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domingo, 29 de septiembre de 2013
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domingo, 22 de septiembre de 2013
Bosque tropical
Los
bosques tropicales
Qué riqueza de flora y fauna hay en un bosque tropical?
Los bosques tropicales lluviosos tienen
mayor diversidad de árboles y de otras plantas que cualquier otro hábitat.
¿Qué
riqueza de flora y fauna hay en un bosque tropical?
Los
bosques tropicales lluviosos tienen mayor diversidad de árboles y de otras
plantas que cualquier otro hábitat. En un bosque templado la variedad de
árboles es pequeña, a menudo no incluye más de una docena de especies; en
cambio, en una sola hectárea de selva del norte de Australia pueden encontrarse
unos 150 tipos de plantas leñosas, y algunos bosques tropicales del sureste
asiático poseen más de 200 clases de árboles. La fauna silvestre es igualmente
diversa: explorando un solo río de la cuenca del Amazonas, los ornitólogos
encontraron casi 500 especies de aves. Es tal la variedad de la flora y la
fauna de los bosques tropicales que a menudo parecen más abundantes de lo que
son en realidad; aunque se dan allí muchísimas especies, la población total de
cada una de ellas suele ser pequeña. Un tipo particular de árbol de la selva,
por ejemplo, puede encontrarse sólo una vez en más de una hectárea, lo que
contrasta notablemente con un bosque de robles o hayas dominado por estas
especies.
En lo
alto de la montaña la vida sigue su curso
En lo
alto de una montaña, como en ésta de Europa, los alimentos son escasos y los
animales no abundan mucho; pero, en términos generales, la flora y la fauna
sobre el límite forestal no difieren mucho de las que hay en cualquier otro
lugar. Muchas de las especies que allí habitan son las mismas que se hallan en
otras regiones; la perdiz nival, por ejemplo, vive también en la tundra del
norte. Otras especies más o menos limitadas a las montañas, como la erebia de
montaña y la chova alpina, tienen parientes cercanos en altitudes más bajas.
Tampoco la forma de vida es excepcional: allí las liebres mordisquean plantas y
las comadrejas cazan liebres.
Los
árboles rastreros del límite forestal
Los
árboles que crecen cerca del límite forestal tienen un aspecto muy distinto de
los otros. Como el viento los va podando, crecen enanos y deformes. En Alemania
los llaman krummholz: ?madera
retorcida?.
Bosques de altura en América Latina
Los
bosques tropicales húmedos se encuentran repartidos por el continente
suramericano, pero están mayormente concentrados en la cuenca amazónica y el
macizo de la Guayanas. En estos bosques podemos encontrar una vegetación
arbórea muy alta, densa y lujuriante. El clima, la altitud, la humedad
ambiental y el régimen de lluvias son los principales condicionantes para el
desarrollo de este ecosistema de incalculable valor. Los cambios de altitud en
esta región del mundo permiten, además, la concurrencia de diversos tipos de
bosques en un mosaico claramente observable.
Las tierras bajas
La
mayor parte de los bosques tropicales es denominado “de baja altitud”, ya que
se desarrolla entre el nivel del mar y los 1000 metros de altitud. Estas áreas
forestales acogen a una gran variedad de árboles frutales, y es aquí donde se
encuentran los mamíferos de mayor tamaño. Su fácil acceso y sus ricos suelos
(apropiados para la agricultura) han provocado una tendencia hacia su
desaparición a causa de la deforestación. En numerosos países, la casi
totalidad de los bosques tropicales de baja altitud ha desaparecido.
El bosque nuboso
Entre
1000 y 3000 metros de altura hayamos los bosques llamados “nubosos” o “de
montaña”, que reciben la mayor parte de su aporte hídrico de la bruma
proveniente de las “tierras bajas”. Los árboles son aquí de menor talla, pero
son estos bosques los que abrigan una mayor biodiversidad, con una gran
abundancia de colibríes, ranas y plantas epífitas como las orquídeas, las
bromelias y los musgos. Estos bosques se encuentran en numerosas regiones de
América Latina : en el centro de Méjico, Costa Rica, Nicaragua, Panamá y en los
Andes Orientales (en Venezuela y Bolivia).
El bosque enano
Entre
los 2400 y los 3800 metros, donde el frío y el viento son los factores
ambientales determinantes, los árboles se acurrucan y recubren con líquenes :
es el llamado “bosque enano”. Aquí, se pueden encontrar arbustos espinosos de
tola y matos pertenecientes a la familia del manzano y los fresales.
Este
último estrato altitudinal del bosque deja paso en niveles superiores a la Puna
(en los Andes centrales y del Sur) y al Páramo (en los Andes Norteños), que son
regiones más bien desérticas y hostiles a la vida debido a las bajas
precipitaciones y temperaturas (la media varía entre 0 y -7ºC). Estos parajes
andinos tienen lugar entre los 3800 y 4700 metros, y forman un paisaje con
volcanes, lagos e incluso lagunas de agua salada. A pesar de estas condiciones
extremas, en la Puna podemos encontrar especies como los cactus o la yareta,
mientras que en el Páramo las especies son más parecidas a las de la tundra,
con hierbas, plantas en roseta y arbustos enanos.
Los bosques tropicales de América
Latina y el Caribe
América Latina y el Caribe
representan 891 millones de hectáreas de bosque, lo que equivale al 22 % de la superficie
forestal mundial. El 49 % del territorio de Latino-América está cubierto de
bosques.
En América Latina y el Caribe
aun encontramos el 57% de los
bosques primarios del mundo (75% de
los bosques de la zona) y un 18 % de la
superficie de estos bosques se encuentran en zonas protegidasestablecidas
legalmente para la conservación de su biodiversidad.
Al día de hoy las plantaciones
forestales siguen siendo poco importantes en la región representando solo el 2%
de la superficie forestal. No obstante, los bosques de plantación han
progresado en la región aproximadamente de 3,2% por año a lo largo de la última
década. Suponen un 14% de la superficie forestal destinada a la producción
maderera (Fuente FAO – Estado de los bosques en el mundo).
Teniendo en cuenta, claro está,
que los contextos, las causas de la deforestación y las leyes que conciernen
estas tierras son extremadamente variables de un país a otro.
La selva amazónica
El bosque tropical amazónico es el más vasto de los bosques
tropicales, cubriendo más de 9 países : Brasil (con 63% de este bosque), Perú
(13%), Ecuador, Colombia, Venezuela, Francia (con el departamento de la Guyana
Francesa), Surinam, Guyana y Bolivia.
Representa aún hoy 8 millones de
km², es decir : 2/3 de los bosques tropicales mundiales, un 5 %
de la superficie de la Tierra, equivalente a 14 veces Francia.
El bosque más grande del mundo
y sus funciones resultan vitales para el desarrollo de la vida humana y esto en
múltiples aspectos : no sólo contiene el 20% del agua dulce disponible del
planeta, y el 30% de la fauna y la flora mundial (60000 vegetales y 1000
pájaros), sino que también es una gigantesca reserva de minerales.
La región acoge alrededor de
2,5 millones de especies de insectos, y al menos 40.000 plantas, 2.200 peces,
1.294 pájaros, 427 mamíferos, 428 anfibios y 378 reptiles han sido
científicamente clasificados como especies distintas en la región. Una de cada
cinco especies de ave habita en la selva amazónica, siendo la misma proporción
cierta en el caso de los peces de agua dulce que habitan los numerosos ríos de
la región.
¿ Cómo reconocer un bosque tropical ?
Según
Francis Hallé « nunca hace frío,
nunca esta seco, los días nunca son cortos y el viento nunca es fuerte: ningún
factor físico se opone pues al desarrollo de un ser vivo. Por otro lado, este
ser se afronta a una red ilimitada de interacciones “bióticas”, es decir, que
se encuentra vinculado a los seres vivos que le rodean. Mediante el juego de
estas interacciones, atracción y disuasión, depredación y parasitismo,
polinización y diseminación, mimetismo, cooperación y altruismo, mutualismo y
simbiosis, etc, la vida se guía sí misma, con una mención especial para el
dosel arbóreo, donde la ‘ red biótica’ es más rica que en la maleza
subyacente.
La complejidad de la red
biótica hace al bosque frágil: cada especie se encuentra funcionalmente
vinculada a todas las otras especies, y un atentado local a una red adquiere un
carácter contagioso. Como con un ovillo de lana, al que basta con tirar de la
punta que sobresale para que el conjunto entero se deshaga. Su integración
biótica le da a bosque tropical una fragilidad inesperada, contrastado con su
apariencia de robustez que todo visitante recuerda. Aquí interviene el hombre,
quien ejerce sus propias relaciones bióticas con el bosque; si es recto y
respetuoso, éste se conservará, pudiendo incluso mejorarse; si es ávido y
brutal, este será rápidamente destruido ».
Bosque tropical
Los bosques
tropicales son aquellos bosques situados en la zona intertropical y que presentan consecuentemente clima tropical y su vegetación predominante es de hoja ancha. Su temperatura promedio
anual es por lo general superior a los 24 °C y su humedad es muy variable. Se dan
tres clases diferenciadas de acuerdo con su pluviosidad: el bosque seco, el
bosque monzónico y el bosque húmedo. A estos tipos habría que añadir los
bosques de inundación o humedales.
lunes, 27 de mayo de 2013
Los kurdos, el mayor pueblo del mundo sin Estado propio
http://www.lanacion.com.ar/955386-los-kurdos-el-mayor-pueblo-del-mundo-sin-estado-propio
La
nación.com-El Mundo
Los kurdos, el mayor pueblo del mundo sin Estado propio
Son más de 40 millones de personas repartidas en
cinco países; piden autonomía
MADRID
(EFE).- La amenaza de una ofensiva turca contra los guerrilleros del Partido de
los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que se refugian en el norte de Irak
reavivó el debate sobre el problema kurdo, la minoría étnica sin Estado más
grande del mundo.
Los kurdos
fueron aliados clave de Estados Unidos durante la invasión de Irak. Es el
tercero entre los pueblos más importantes en número de Asia occidental, después
de los árabes y los turcos. Son más de 40 millones de personas que comparten
una lengua y una cultura, pero que viven repartidos entre Turquía, Irán, Irak,
Siria y Armenia.
Descendientes
de los medos, se asientan desde hace más de 30 siglos en los 500.000 kilómetros
cuadrados que forman el Kurdistán, desde los montes Tauro de la Anatolia
oriental, en Turquía, hasta los montes Zagros del oeste iraní y el norte de
Irak.
Su subsuelo
tiene una de las mayores reservas acuíferas y petrolíferas de Medio Oriente.
Prácticamente todo el crudo extraído por Turquía y Siria y un tercio del que se
extrae de Irak proviene de los pozos perforados en territorio kurdo.
El pueblo
kurdo es indoeuropeo y su sociedad es fuertemente tribal. A pesar de haber sido
islamizado por la dominación árabe, aún mantiene fuertes tradiciones vinculadas
con la religión mazdeísta de sus orígenes, como la adoración por la naturaleza:
el narciso es su símbolo.
Considerados
grandes guerreros ("kurdo" significa ´héroe en persa),
paradójicamente, han vivido siempre dominados. No obstante, los kurdos gozaron
de relativa autonomía tanto durante el Imperio Persa como al principio del
Otomano. A partir del siglo XIX, no dejaron de sucederse las rebeliones kurdas.
El
feudalismo tribal y la falta de un liderazgo común impidieron la creación de
una conciencia nacional y contribuyeron a sofocar los numerosos levantamientos
kurdos que se produjeron en los últimos 200 años.
Al final de
la Primera Guerra Mundial, en la que ayudaron a los aliados contra el Imperio
Otomano, los kurdos lograron que, en recompensa, el Tratado de Sèvres de 1920,
que trazaba las nuevas fronteras de Medio Oriente, estableciera la
independencia del Kurdistán. Sin embargo, ese tratado nunca se ratificó y fue
sustituido por el de Lausana, en 1923, que omitió por diversos intereses, entre
ellos los petrolíferos, aquella promesa hecha al pueblo kurdo. El territorio
que históricamente le pertenecía fue repartido entre Turquía, Irak, Irán, Siria
y Armenia.
Desde
entonces, en muy pocas ocasiones han conseguido algún tipo de autonomía. Sólo
en 1945, cuando se fundó la República Independiente de Mahabad (Irán), que duró
un año, y en la década del 70, en Irak, cuando los kurdos obtuvieron ciertos
derechos colectivos. Actualmente, gozan de cierta autonomía en el norte de Irak
y afirman que el objetivo de Turquía es acabar con esa "experiencia
democrática".
Pero lo
cierto es que después del Tratado de Sèvres no hubo ninguna iniciativa
internacional para encontrar una solución global a la "cuestión
kurda".
La represión
ha sido una constante en los países con población kurda. Las matanzas y la
destrucción de sus pueblos y ciudades, así como la desaparición de miles de
kurdos en operaciones militares, han obligado a casi un millón de ellos a vivir
lejos de su hogar.
En el caso
de Irak, unos 5000 kurdos de la ciudad de Halabja murieron en 1988, cuando el
régimen de Saddam Hussein usó gas nervioso contra la población. Otros 182.000
civiles murieron entre 1986 y 1989, durante una operación militar contra las
zonas rurales del Kurdistán iraquí, en lo que se conoció como la campaña de
Al-Anfal.
EL PKK(
Partido de los Trabajadores del Kurdistán)
En respuesta
a la permanente represión contra su pueblo, el estudiante AbdullahOcalan fundó
en 1978 el PKK, con raíces marxista-leninistas, que en 1984 inició su lucha
contra el gobierno de Ankara para exigir una región independiente para
loskurdos dentro de Turquía. En los 90, esa demanda se redujo a un pedido de
más autonomía. El sangriento conflicto entre el PKK y el ejército de Turquía ya
dejó más de 37.000 muertos.
El grupo
está actualmente en la lista de organizaciones terroristas de la UE y de
Estados Unidos y tiene sus bases de resistencia en el norte de Irak.
domingo, 7 de abril de 2013
CUADERNILLO de TRABAJO para 4° AÑO (Argentina física)
CUADERNILLO de TRABAJO para 4°
CUADERNILLO de TRABAJO para 3°
miércoles, 16 de enero de 2013
LA ESFERA TERRESTRE
Líneas y círculos de la esfera terrestre
Con el fin de situar un punto determinado en la superficie terrestre se ha considerado que en el globo terráqueo existen una serie de puntos, líneas y círculos imaginarios. Son éstos:
- El eje. Es la línea sobre la que gira la Tierra. Va del Polo Norte al Polo Sur y está inclinado respecto del plano de la órbita que sigue la Tierra alrededor del Sol.
- El Ecuador es el círculo máximo perpendicular al eje de la Tierra, a la que divide en dos partes iguales llamados hemisferios: hemisferio norte o boreal y hemisferio sur o austral.
- Los meridianos. Son semicírculos que pasan por los polos. Son líneas verticales.
- Los paralelos son círculos paralelos al Ecuador. Son de dimensiones distintas: mayores los cercanos al Ecuador y más pequeños los que se acercan a los Polos. Los paralelos más importantes son cuatro: el Trópico de Cáncer y el Círculo polar Ártico en el hemisferio Norte y el Trópico de Capricornio y el Círculo polar Antártico en el hemisferio Sur.
LA TIERRA EN CIFRAS
LA TIERRA EN CIFRAS:
Diámetro de la Tierra en el ecuador: 12.756 km
Circunferencia de la Tierra en el ecuador: 40.076 km
Diámetro de la Tierra de uno a otro polo: 12.713,82 km
Circunferencia de la Tierra en los polos (meridianos): 40.009,152 km
Diámetro en el ecuador: 12.753 km
Diámetro en los polos: 12.710 km
Longitud de un grado de latitud en el ecuador: 110,576 km
(Como la Tierra no es una esfera perfecta, el achatamiento de los polos hace que la longitud de un grado de latitud en los polos sea ligeramente mayor).
Longitud de un grado de longitud en el ecuador: 111,307 km
(La extensión de un grado de longitud es mayor en el ecuador y disminuye. gradualmente hacia los polos).
Superficie de fa Tierra: 510.101.000 km2
Volumen de la Tierra: 1.083.320.000.000 km3
Peso de la Tierra: 5.977 trillones de toneladas ó 5.977.000.000.000.000.000.000 Toneladas métricas
Velocidad de rotación de la Tierra sobre su eje. En el ecuador: 1.620 km/hora
Velocidad de revolución de la Tierra alrededor del Sol: 107 118 km/hora
Velocidad a la que el Sol arrastra a fa Tierra alrededor del centro de la Vía Láctea: 273,58 km/segundo
Velocidad a la que la Vía Láctea se traslada en el espacio: más de 270 km/s.
Órbita del Sol: La Tierra orbita al sol una vez cada 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos.
Área superficial: 510.066.000 km2
Área terrestre: 148.647.000 km2 (29.1%)
Área oceánica: 335.258.000 km2
Edad estimada: 4.600 millones de años
Total área acuática: 361.419.000 km2 (70.9%)
Tipo de agua: 97% salada, 3% dulce
DESCOLONIZACIÓN
La descolonización
-El fin de la Segunda Guerra Mundial supuso el declive de los imperios coloniales europeos y el comienzo de la emancipación de las colonias. Los nuevos países se caracterizaron por su dependencia del exterior y la desarticulación de sus economías.
Causas de la descolonización
Entre 1945 y 1970 tuvo lugar la descolonización, es decir, la independencia política de los territorios africanos y asiáticos que formaban parte de los imperios europeos. Las causas del proceso son muy variadas:
• La Segunda Guerra Mundial significó el fin de la hegemonía económica y militar europea en el mundo. Por tanto, los países europeos no tenían la capacidad para mantener imperios coloniales.
• Los emergentes movimientos nacionalistas de las colonias se vieron reforzados por la Carta de las Naciones Unidas, que consideraba básico el derecho de autodeterminación de los pueblos.
• También influyó el comienzo de la guerra fría. Estados Unidos y la Unión Soviética apoyaron los movimientos independentistas para ganar influencia entre los nuevos gobiernos y la población, y atraerlos a sus bloques respectivos.
La descolonización en Asia y África
• En Asia el proceso de descolonización varió mucho según los casos. La independencia de la península del Indostán fue pacífica y aceptada por Gran Bretaña, y dio lugar a dos países, India y Pakistán, y posteriormente un tercero, Bangladesh. Otros países debieron padecer guerras de liberación para alcanzar la independencia: fue el caso de la Indochina francesa, de la que surgieron Vietnam, Laos y Camboya; o de Indonesia, que se independizó de los Países Bajos.
• En África también hubo diferencias. En el norte del continente destacó el caso de Argelia, que se enfrentó a Francia en una sangrienta guerra de liberación. En el África negra la independencia de los nuevos Estados fue generalmente pacífica y pactada, aunque el trazado de fronteras, que no tuvo en cuenta las divisiones tribales, dio lugar a muchos problemas posteriores por las luchas entre etnias.
Las consecuencias de la descolonización
La descolonización no solamente supuso la independencia política de las colonias, también implicó una serie de problemas que marcaron la evolución posterior de estos territorios y que, en muchos casos, permanecen en la actualidad.
• Tras la descolonización, las economías de los países africanos y asiáticos mantuvieron una fuerte dependencia exterior y estaban desarticuladas. Esto les impidió poner en marcha procesos de desarrollo, y su situación económica fue empeorando progresivamente en la mayoría de los casos.
• La mayor parte de estos países ha sufrido una fuerte inestabilidad política, con frecuentes guerras civiles, golpes de Estado y dictaduras militares.
• El fuerte crecimiento demográfico acompañado del estancamiento económico ha provocado un empeoramiento progresivo en el nivel de vida de los habitantes de estos países.
• La sucesión de desastres naturales como sequías, inundaciones, etc. ha supuesto auténticas catástrofes humanitarias en algunas regiones.
Por todo ello, la mayoría de estos países ha pasado a formar parte del denominado Tercer Mundo (conjunto de países subdesarrollados con una renta baja y una producción escasa). La ausencia de políticas adecuadas y de programas de cooperación ha supuesto que cada vez se alejen más del mundo desarrollado.
martes, 8 de enero de 2013
ARGENTINA EN EL MUNDO
La Argentina en el mundo
Observa la ubicación de Argentina en el planisferio y desarrolla las actividades:
1) Completar:
a- Según el meridiano de Greenwich la Argentina se encuentra en el hemisferio ....................
b- según el paralelo de Ecuador, la Argentina se encuentra en el hemisferio ........................
2) Representa esta ubicación de Argentina en un mapa planisferio.
a- Según el meridiano de Greenwich la Argentina se encuentra en el hemisferio ....................
b- según el paralelo de Ecuador, la Argentina se encuentra en el hemisferio ........................
2) Representa esta ubicación de Argentina en un mapa planisferio.
LA ARGENTINA: extensión, sectores y soberanía
1. Tiene forma relativamente alargada en el sentido de los meridianos, con una extensión Norte- Sur de 3.799 km. Desde la confluencia de los ríos Grande y Mojinete (Jujuy) hasta el cabo San Pío (T. del Fuego).
* Esta gran extensión latitudinal origina una amplia variedad de clima, un amplio frente oceánico, una diferencia estacional y una gran cantidad de recursos, que la sociedad ha valorizado de diferentes maneras.
* En tanto su ancho, extensión longitudinal, se encuentra sobre los 27° 31´ de latitud sur, con 1.423 km.
Puntos extremos:
La máxima extensión del territorio argentino hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales es:
• Norte: Confluencia de los ríos Grande y Mojinete (Jujuy), 21° 46´ Sur y 66° 13´Oeste.
• Sur: Cabo San Pio (Tierra del Fuego), 55° 03´ Sur y 66° 31´ Oeste.
• Oeste: Un punto en el Parque Nacional Los Glaciares (Sta. Cruz), 50° 01´ Sur y 73° 34´ Oeste.
• Este: Localidad de Bernardo de Irigoyen (Misiones), 26° 15´ Sur y 53° 38´ Oeste.
La soberanía sobre el territorio argentino
1) Ejerce su soberanía sobre los 2.791.810 km2 que abarca:
a. El área continental, dividida en 24 jurisdicciones (23 provincias y un Distrito Federal).
b. Las aguas del Mar Argentino.
c. El espacio aéreo, hasta los 40 km de altura
2) Reclama el ejercicio de su soberanía sobre las Islas Malvinas, las Georgias de Sur, las Orcadas del Sur y las Sandwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur y actualmente ocupadas por el Reino Unido.
3) Pretende un sector de la Antártida entre los 25° y 74° de longitud Oeste, sobre los 60° de latitud Sur. Sin embargo, el Tratado Antártico de 1961, establece que ningún país puede ejercer plenamente su soberanía sobre ese continente, y que allí pueden desarrollarse únicamente actividades con fines pacíficos, como la investigación científica.
4) En un futuro se prevé legislar hasta el centro de la Tierra.
El Mar Argentino
Se considera Mar Argentino, a la parte de Océano Atlántico
La Ley del Mar, establece que cada Estado costero (como la Argentina ) ejerce soberanía plena en las primeras 12 millas marina, medidas desde la línea de baja mareas. Este espacio es llamado “Mar Territorial”, y en el mismo, el Estado Argentino tiene soberanía total en las aguas, el fondo, el subsuelo y el espacio aéreo. Solamente se le reconoce en este espacio a barcos de bandera extranjera, el paso inocente.
La plataforma submarina, es un relieve sumergido, que constituye la prolongación del continente, por debajo del nivel del mar, hasta una profundidad de 200 metros . Este relieve, termina en el “borde de plataforma”, lugar en donde comienza otro relieve submarino, el talud continental, caracterizado por el rápido descenso de la profundidad.
El mar que cubre la plataforma submarina es llamado “mar epicontinental”.
El mar epicontinental argentino, o Mar Argentino, es un espacio que se extiende desde los 35º Lat. S (línea perpendicular al límite exterior del Río de la Plata ), hasta los 56º30’ Lat. S. Al oeste limita con la línea de costa, y al este con el borde de la plataforma submarina argentina.
El Mar Argentino cubre un espacio de casi un millón de kilómetros cuadrados, y se caracteriza por su ensanchamiento en dirección norte – sur. A la latitud de Mar del Plata, el ancho es de 40 Km .: frente a Península Valdés es de 475 Km , y el ancho máximo lo logra a la latitud de Río Gallegos, en donde alcanza los 850 Km , incorporando a las Islas Malvinas (que quedan sobre nuestra plataforma)
En general se trata de aguas frías, siendo los mayores valores térmicos en verano, cuando puede alcanzar los 23 º aproximadamente. El color es predominantemente verdoso, lo cual indica riqueza de fitoplancton (como las algas), primer eslabón de la cadena alimenticia en el mar. En la costa de la provincia de Buenos Aires, el color es “amarronado” por la desembocadura del Río de la Plata (y de todas las aguas que este transporta desde su cuenca), y por los desagües de los grandes centros urbanos y turísticos hacia el mar.
Hacia el sur, el Mar Argentino se vuelve mas frío, más verdoso, con mas oxigeno y transparencia. Estas características aumentan las posibilidades pesqueras en este espacio.
En general, el oleaje es moderado y solo hacia el sur puede haber olas de 2 metros .
Las mareas también aumentan su amplitud hacia el sur. En algunos casos llegan a tener 10 o 12 metros , lo cual influye en la navegación.
Dos corrientes marinas circulan en el Mar Argentino. Una procede del Océano Pacifico y recorre el espacio marítimo argentino de sur a norte, con el nombre de “Corriente fría de Malvinas”. La otra corriente, es un desprendimiento de la corriente ecuatorial. Posee dirección norte – sur, es cálida y se llama “Corriente de Brasil”. Ambas corrientes se encuentran entre los 30º y 45 º de latitud sur. Allí, la corriente fría de Malvinas se hunde, debajo de la corriente cálida de Brasil, la cual se desvía hacia el este, dejando un “espacio vacío”, por el cual las aguas frías del fondo se elevan (fenómeno de up Welling) acercando nutrientes y resultando un lugar ideal para la concentración del recurso pesquero.
El espacio marítimo mundial, esta regulado, por el Derecho Internacional, y dentro de este gran conjunto de tratados internacionales, en la Ley del Mar, firmada en 1982.
Adyacente al Mar Territorial, se encuentra la “Zona Contigua”.Comprende desde la milla 12 hasta la milla 24.En la Zona Contigua , el Estado no tiene poder sobre el espacio pero si puede desarrollar tareas de control aduanero.
Por ultimo, se reconoce la “Zona Económica Exclusiva” (ZEE) que se extiende desde la línea de bajamareas hasta las 200 millas marinas. Este espacio también es llamado “Mar Patrimonial”.En este caso, el Estado ribereño tiene derecho a explorar, explotar, conservar y administrar, con exclusividad, los recursos renovables (pesqueros). La soberanía es sobre los recursos renovables, no sobre el espacio.
En lo que respecta a los recursos naturales del lecho y el subsuelo (recursos no renovables como minerales o combustibles), la Ley del Mar establece que el Estado tiene derecho a explotarlos hasta el borde de su plataforma submarina con exclusividad.
Por consiguiente, los límites marítimos para explotar recursos naturales son dos, dependiendo los derechos según sean estos renovables o no.
POBLAMIENTO ARGENTINO
ORIGEN DEL NOMBRE “ARGENTINA”
“La
palabra argentina proviene del latín argentum ('Plata'). Ya desde las épocas de
Pedro de Mendoza para referirse a la región del Río de la Plata, se utilizaron los
nombres de Gobernación del Río de la Plata y Provincias del Río de la Plata. En
1776 el nombre del territorio se oficializó como Virreinato del Río de la
Plata.
El río que da su nombre al virreinato, es el que en 1516 Juan Díaz de Solís denominó Mar Dulce, llamado también río de Santa María y río de Solís. Los portugueses lo denominaban Rio da Plata a causa de los rumores que postulaban la existencia de metales preciosos, y que finalmente se impuso como Río de la Plata.
La latinización del nombre apareció en un atlas veneciano de 1536, y luego Martín del Barco Centenera, miembro de la expedición de Juan Ortiz de Zárate, (imitando a Ercilla con su poesía “La Araucana” refiriéndose a los territorios al oeste de los Andes), publicó en 1602 un largo poema de la historia del río de la Plata y de los reinos del Perú, Tucumán y del Estado del Brasil, bajo el título La Argentina, en el que se denomina al territorio del río de la Plata como El Argentino.
El río que da su nombre al virreinato, es el que en 1516 Juan Díaz de Solís denominó Mar Dulce, llamado también río de Santa María y río de Solís. Los portugueses lo denominaban Rio da Plata a causa de los rumores que postulaban la existencia de metales preciosos, y que finalmente se impuso como Río de la Plata.
La latinización del nombre apareció en un atlas veneciano de 1536, y luego Martín del Barco Centenera, miembro de la expedición de Juan Ortiz de Zárate, (imitando a Ercilla con su poesía “La Araucana” refiriéndose a los territorios al oeste de los Andes), publicó en 1602 un largo poema de la historia del río de la Plata y de los reinos del Perú, Tucumán y del Estado del Brasil, bajo el título La Argentina, en el que se denomina al territorio del río de la Plata como El Argentino.
El nombre de Argentina sin embargo, no se utilizó
en los comienzos del Estado, figurando en cambio Provincias del Río de la Plata
para la Primera Junta; Provincias Unidas del Río de la Plata en 1811 y en la
Asamblea de 1813; y Provincias Unidas de Sudamérica para el Congreso de 1816.
El Congreso de 1824 la denominó Provincias Unidas del Río de la Plata en Sudamérica, Nación Argentina, República Argentina y Argentina, en la constitución sancionada el 24 de diciembre de 1826 la Constitución de la República Argentina; aunque por su carácter unitario la Constitución de 1826 nunca entró en vigor, sentó el precedente del término, que aparecería en todos los bocetos subsiguientes.
Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, se emplearon entre otros los nombres de Confederación Argentina, Estados Unidos de la República Argentina, República de la Confederación Argentina y Federación Argentina.
La Constitución de 1853 se sancionó en nombre del pueblo de la Confederación Argentina, pero la Convención Nacional de Santa Fe modificó el texto constitucional promulgándolo el 1º de Octubre de 1860, donde se cambió el término Confederación por Nación, y Provincias Confederadas por Provincias; se agregó además un nuevo artículo, el número 35, que dice: "Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber, Provincias Unidas del Río de la Plata, República Argentina, Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales indistintos para la designación del gobierno y territorio de las provincias, empleándose las palabras Nación Argentina en la formación y sanción de las Leyes".
El 8 de octubre de 1860 en la ciudad de Paraná, el presidente Derqui decretó que "siendo conveniente a este respecto establecer la uniformidad en los actos administrativos, el Gobierno ha venido a acordar que para todos estos actos se use la denominación República Argentina".
Desde 1860 el General Mitre utilizó el nombre de Presidente de la República Argentina, quedando fijado desde entonces definitivamente el nombre con el que se reconocería mundialmente a este país.”
El Congreso de 1824 la denominó Provincias Unidas del Río de la Plata en Sudamérica, Nación Argentina, República Argentina y Argentina, en la constitución sancionada el 24 de diciembre de 1826 la Constitución de la República Argentina; aunque por su carácter unitario la Constitución de 1826 nunca entró en vigor, sentó el precedente del término, que aparecería en todos los bocetos subsiguientes.
Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, se emplearon entre otros los nombres de Confederación Argentina, Estados Unidos de la República Argentina, República de la Confederación Argentina y Federación Argentina.
La Constitución de 1853 se sancionó en nombre del pueblo de la Confederación Argentina, pero la Convención Nacional de Santa Fe modificó el texto constitucional promulgándolo el 1º de Octubre de 1860, donde se cambió el término Confederación por Nación, y Provincias Confederadas por Provincias; se agregó además un nuevo artículo, el número 35, que dice: "Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber, Provincias Unidas del Río de la Plata, República Argentina, Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales indistintos para la designación del gobierno y territorio de las provincias, empleándose las palabras Nación Argentina en la formación y sanción de las Leyes".
El 8 de octubre de 1860 en la ciudad de Paraná, el presidente Derqui decretó que "siendo conveniente a este respecto establecer la uniformidad en los actos administrativos, el Gobierno ha venido a acordar que para todos estos actos se use la denominación República Argentina".
Desde 1860 el General Mitre utilizó el nombre de Presidente de la República Argentina, quedando fijado desde entonces definitivamente el nombre con el que se reconocería mundialmente a este país.”
ETAPAS DE POBLAMIENTO EN EL TERRITORIO
ARGENTINO
PRIMITIVOS GRUPOS ÉTNICOS
Cuando los navegantes y conquistadores europeos llegaron a las costas americanas llamaron a sus habitantes “indios”, porque estaban convencidos de haber llegado a la Indias, en las costas asiáticas. Los indios o aborígenes americanos llegaron desde Asia hasta el continente en diversas épocas, atravesaron el estrecho de Bering ( cuando los hielos construyeron puentes –glaciaciones- y pasaron de Siberia a Alaska. En el transcurso de unos 18 mil años llegaron hasta el sur del continente. Durante esa lenta expansión, que a lo largo de seiscientas generaciones les llevó hasta la actual Tierra del Fuego, sufrieron considerables cambios. A éstos se sumaron los aportes de los nuevos elementos llegados por mar a la costa del Pacífico.
Estos primitivos habitantes tenían características mongoloides, propias de un tipo especial de población que fue común a Asia y Europa, de la que quedan aún substratos en zonas marginales del Viejo Mundo, así como entre los aborígenes australianos y del Japón. Así, el probable homo tipo indoamericano fuese de piel cobriza, más que amarilla, y quizás fuera producto de un cruce entre amurios (o habitantes de la región asiática del río Amur) y mongoloides.
Resultado de sucesivos cruces y aportes inmigratorios fueron las tribus que habitaban el suelo argentino, a la llegada de los españoles, en los primeros años del siglo XVI. Estas tribus y grupos indígenas, que en su mayoría aún se hallaban en estado nómada, no lograron alcanzar el gran desarrollo y la civilización que sí habían alcanzado los mayas, aztecas e incas, en otras zonas del continente.
Cuando los navegantes y conquistadores europeos llegaron a las costas americanas llamaron a sus habitantes “indios”, porque estaban convencidos de haber llegado a la Indias, en las costas asiáticas. Los indios o aborígenes americanos llegaron desde Asia hasta el continente en diversas épocas, atravesaron el estrecho de Bering ( cuando los hielos construyeron puentes –glaciaciones- y pasaron de Siberia a Alaska. En el transcurso de unos 18 mil años llegaron hasta el sur del continente. Durante esa lenta expansión, que a lo largo de seiscientas generaciones les llevó hasta la actual Tierra del Fuego, sufrieron considerables cambios. A éstos se sumaron los aportes de los nuevos elementos llegados por mar a la costa del Pacífico.
Estos primitivos habitantes tenían características mongoloides, propias de un tipo especial de población que fue común a Asia y Europa, de la que quedan aún substratos en zonas marginales del Viejo Mundo, así como entre los aborígenes australianos y del Japón. Así, el probable homo tipo indoamericano fuese de piel cobriza, más que amarilla, y quizás fuera producto de un cruce entre amurios (o habitantes de la región asiática del río Amur) y mongoloides.
Resultado de sucesivos cruces y aportes inmigratorios fueron las tribus que habitaban el suelo argentino, a la llegada de los españoles, en los primeros años del siglo XVI. Estas tribus y grupos indígenas, que en su mayoría aún se hallaban en estado nómada, no lograron alcanzar el gran desarrollo y la civilización que sí habían alcanzado los mayas, aztecas e incas, en otras zonas del continente.
- Los
aborígenes que poblaron el actual territorio argentino se pueden dividir
en cuatro grandes grupos, por su situación geográfica y por sus
características: los pueblos de las llanuras, los pueblos andinos, los del
litoral y los de los montes.
PUEBLOS DE LA LLANURA
Los fueguinos habitaban las islas y
Tierra del Fuego y eran pueblos canoeros, cuyas familias principales eran los
yámanas y alakalufes. Los alakalufes estaban relacionados con los chonos
chilenos. Estos pueblos se habían adaptado a las posibilidades del medio. Eran
pescadores y cazadores de ballenas, focas y pingüinos. Construían botes con
cortezas de árboles cosidas con tiras de barbas de ballena y fibras vegetales,
y provistos de un ligero armazón de madera. Desde las playas del golfo de San
Julián divisó Magallanes unos indios de gran altura, cubiertos con pieles y con
el rostro pintado, y los llamó patagones. Se cree que los llamó así por el
tamaño de sus pies, muy agrandados por estar envueltos con pieles. Sin embargo,
en las pinturas de la época no se les dibujaba con los pies grandes.
Entre los situados en el
sur, chónki, las familias principales eran los tehuelches, teuesch y onas,
mientras que los del norte, eran los puelche-guénaken. Los del sur no eran
gigantes, como decían los españoles, pero sí eran más altos que sus vecinos; su
economía se basaba en la caza, a pie, del guanaco y el avestruz, con arco y
flecha, boleadoras o lazo, y en la recolección de productos silvestres tales
como semillas, frutas y raíces. Eran nómadas y en todas las excursiones que realizaban
llevaban la casa a cuestas. Empezaron a usar el caballo alrededor de 1750. Los
del norte se cobijaban bajo el toldo pampeano, hecho de cueros de guanaco
cosidos y sostenidos por varios palos. Al principio, los del sur usaban un
simple paraviento, pero luego adoptaron el toldo de sus vecinos, fácil de armar
en cualquier lugar
Los onas eran racial, lingüística y culturalmente parte de los chónik o patagones. La isla Grande y las islas menores de Tierra del Fuego, estuvieron pobladas por aborígenes a los que se les llamó fueguinos. En la isla Grande, los onas integraban dos grupos de costumbres y dialectos distintos: los seIknam y los haush o mánchek.
Estos últimos tenía su hábitat en el extremo sudoriental, en la bahía Tehtys y Fathey, y se extinguieron completamente; los últimos seiknam fueron los de las secciones del norte y del sur. Los onas sumaban, aproximadamente, diez mil individuos hacia 1860; a comienzos del siglo eran mil y en 1925 su número se reducía a 285. Existe en la actualidad una pequeña reducción cerca del lago Fagnano donde sobreviven las últimas familias de este tipo racial. Los onas eran de talla alta, mientras que los haus eran algo menores, tenían la piel cobriza, los ojos pequeños y oblicuos, el pelo abundante y negro. Tanto los hombres como las mujeres se pintaban según las circunstancias: para la guerra, de rojo; para cazar, de colorado oscuro o amarillo, si buscaban novia se pintaban puntitos blancos, que eran sustituidos por puntos negros, después de haberse casado. Su vivienda era un simple cuero levantado a manera de mampara, en semicírculos, o una choza cónica de palos.
Se cubrían con piel de guanaco o de otros animales, con el pelo hacia fuera; las mujeres y los niños se cubrían con un simple taparrabo triangular de cuero y calzaban una especie de sandalia, también de cuero, sobre todo en el invierno. Sus armas eran la honda y el arco y flechas, las cuales llevaban en carcaj. También usaron piedras, boleadoras y para la pesca utilizaban lanzas y arpones.
Poseían un idioma pobre, pues el número de palabras que empleaban era muy reducido, tanto en las formas dialectales de los selknam, como en las de los haus. Su alimento principal eran los guanacos, tucu-tucus y lobos marinos. Recolectaban mariscos, raíces alimenticias y hongos, y de la semilla de una crucífera, el tai, obtenían una harina con la que hacían una pasta que era parte de su nutrición.
Los onas eran racial, lingüística y culturalmente parte de los chónik o patagones. La isla Grande y las islas menores de Tierra del Fuego, estuvieron pobladas por aborígenes a los que se les llamó fueguinos. En la isla Grande, los onas integraban dos grupos de costumbres y dialectos distintos: los seIknam y los haush o mánchek.
Estos últimos tenía su hábitat en el extremo sudoriental, en la bahía Tehtys y Fathey, y se extinguieron completamente; los últimos seiknam fueron los de las secciones del norte y del sur. Los onas sumaban, aproximadamente, diez mil individuos hacia 1860; a comienzos del siglo eran mil y en 1925 su número se reducía a 285. Existe en la actualidad una pequeña reducción cerca del lago Fagnano donde sobreviven las últimas familias de este tipo racial. Los onas eran de talla alta, mientras que los haus eran algo menores, tenían la piel cobriza, los ojos pequeños y oblicuos, el pelo abundante y negro. Tanto los hombres como las mujeres se pintaban según las circunstancias: para la guerra, de rojo; para cazar, de colorado oscuro o amarillo, si buscaban novia se pintaban puntitos blancos, que eran sustituidos por puntos negros, después de haberse casado. Su vivienda era un simple cuero levantado a manera de mampara, en semicírculos, o una choza cónica de palos.
Se cubrían con piel de guanaco o de otros animales, con el pelo hacia fuera; las mujeres y los niños se cubrían con un simple taparrabo triangular de cuero y calzaban una especie de sandalia, también de cuero, sobre todo en el invierno. Sus armas eran la honda y el arco y flechas, las cuales llevaban en carcaj. También usaron piedras, boleadoras y para la pesca utilizaban lanzas y arpones.
Poseían un idioma pobre, pues el número de palabras que empleaban era muy reducido, tanto en las formas dialectales de los selknam, como en las de los haus. Su alimento principal eran los guanacos, tucu-tucus y lobos marinos. Recolectaban mariscos, raíces alimenticias y hongos, y de la semilla de una crucífera, el tai, obtenían una harina con la que hacían una pasta que era parte de su nutrición.
Los
pampas y querandíes
Los pampas primitivos existieron mucho tiempo antes de la llegada de los españoles, dispersos en la región pampeana, el hábitat sirvió para su denominación. A principios del siglo XVIII, comenzó su extinción, cuando fueron reemplazados por conglomerados de araucanos procedentes de Chile, a los que también se les llamó pampas. La suplantación fue gradual y más o menos lenta, hasta la extinción. Hacia finales del siglo XVIII el cambio era un hecho consumado y en la pampa no quedaban más que araucanos. Los blancos que visitaron sus tierras, aproximadamente desde 1668, encontraron cada vez más indios extraños a la zona, a los que se les calificó de aucas o indios alzados. Gracias al testimonio de jesuitas que estuvieron en la zona, como el padre Faulkner, se obtuvo un conocimiento relativo de los antiguos pampas, aunque a mediados del siglo XVIII estaba en pleno desarrollo el proceso de suplantación de los moradores primitivos por los llegados del otro lado de la cordillera.
Lehmann-Nitsche fue el primero que advirtió la presencia en la pampa de una lengua que no era araucana, ni tampoco la de otras tribus vecinas y la llamó het, pero seguramente era la lengua de los antiguos pampas. Los indios querandíes, a quienes conocieron los primeros descubridores y colonizadores, habitaban en la zona que tenía por centro el territorio de la actual ciudad de Buenos Aires, llegando por el norte al río Carcarañá, por el este al mar y al Río de Plata, por el sur hasta más allá del Salado bonaerense, y por el oeste hacia el pie de la Sierra Grande, en Córdoba. Por consiguiente, los querandíes formaban el sector oriental de los pampas primitivos. Fueron subdivididos en dos grandes grupos: los taluhet que ocupaban la pampa húmeda; y los diuihet en la parte occidental y meridional, que habitaban la pampa seca.
Modo de vida
Los pampas eran de talla alta, cabeza alargada, y presentaban cierta semejanza con los patagones, aunque eran de estatura algo menor. El esqueleto hallado en Fontezuelas se cree que sería anterior aun a los pampas históricos; lo mismo se ha dicho de los cráneos fósiles de Arrecifes. Se servían del arco y la flecha, cazaban venados a pie y los rendían por cansancio. Eran nómadas, su vivienda consistía en un simple paravientos, con cueros de venados pintados y adobados, después usaron los cueros de bovinos y equinos. Seguramente el toldo pampeano fue un perfeccionamiento ulterior. Su alimento era la carne; recolectaban productos silvestres de origen vegetal o animal y, como todos los pueblos patagónicos, se vestían con una pampanilla y un pellón, el quillango que les servía de capa. Trabajaban la piedra y poseían grandes morteros líticos, utilizaban las boleadoras de dos bolas y también las de una. En el área que ocupaban los querandíes se ha encontrado una cerámica con decoración simple, grabada y geométrica, que posiblemente era propia de ellos.
Al adoptar el caballo abandonaron la que había sido, en un principio, su actividad de alfareros, aumentó el nomadismo y entonces practicaron, con intensidad el arte de la cestería. Conservaban la tradición de un dios llamado Soychu, con el cual se reunían al morir. Creían en un espíritu del mal - Gualichu, creencia común a otros pueblos australes. Sus hechiceros practicaban los ritos; al hechicero se le llamaba macchi. Como en otros pueblos meridionales.
Los pampas primitivos existieron mucho tiempo antes de la llegada de los españoles, dispersos en la región pampeana, el hábitat sirvió para su denominación. A principios del siglo XVIII, comenzó su extinción, cuando fueron reemplazados por conglomerados de araucanos procedentes de Chile, a los que también se les llamó pampas. La suplantación fue gradual y más o menos lenta, hasta la extinción. Hacia finales del siglo XVIII el cambio era un hecho consumado y en la pampa no quedaban más que araucanos. Los blancos que visitaron sus tierras, aproximadamente desde 1668, encontraron cada vez más indios extraños a la zona, a los que se les calificó de aucas o indios alzados. Gracias al testimonio de jesuitas que estuvieron en la zona, como el padre Faulkner, se obtuvo un conocimiento relativo de los antiguos pampas, aunque a mediados del siglo XVIII estaba en pleno desarrollo el proceso de suplantación de los moradores primitivos por los llegados del otro lado de la cordillera.
Lehmann-Nitsche fue el primero que advirtió la presencia en la pampa de una lengua que no era araucana, ni tampoco la de otras tribus vecinas y la llamó het, pero seguramente era la lengua de los antiguos pampas. Los indios querandíes, a quienes conocieron los primeros descubridores y colonizadores, habitaban en la zona que tenía por centro el territorio de la actual ciudad de Buenos Aires, llegando por el norte al río Carcarañá, por el este al mar y al Río de Plata, por el sur hasta más allá del Salado bonaerense, y por el oeste hacia el pie de la Sierra Grande, en Córdoba. Por consiguiente, los querandíes formaban el sector oriental de los pampas primitivos. Fueron subdivididos en dos grandes grupos: los taluhet que ocupaban la pampa húmeda; y los diuihet en la parte occidental y meridional, que habitaban la pampa seca.
Modo de vida
Los pampas eran de talla alta, cabeza alargada, y presentaban cierta semejanza con los patagones, aunque eran de estatura algo menor. El esqueleto hallado en Fontezuelas se cree que sería anterior aun a los pampas históricos; lo mismo se ha dicho de los cráneos fósiles de Arrecifes. Se servían del arco y la flecha, cazaban venados a pie y los rendían por cansancio. Eran nómadas, su vivienda consistía en un simple paravientos, con cueros de venados pintados y adobados, después usaron los cueros de bovinos y equinos. Seguramente el toldo pampeano fue un perfeccionamiento ulterior. Su alimento era la carne; recolectaban productos silvestres de origen vegetal o animal y, como todos los pueblos patagónicos, se vestían con una pampanilla y un pellón, el quillango que les servía de capa. Trabajaban la piedra y poseían grandes morteros líticos, utilizaban las boleadoras de dos bolas y también las de una. En el área que ocupaban los querandíes se ha encontrado una cerámica con decoración simple, grabada y geométrica, que posiblemente era propia de ellos.
Al adoptar el caballo abandonaron la que había sido, en un principio, su actividad de alfareros, aumentó el nomadismo y entonces practicaron, con intensidad el arte de la cestería. Conservaban la tradición de un dios llamado Soychu, con el cual se reunían al morir. Creían en un espíritu del mal - Gualichu, creencia común a otros pueblos australes. Sus hechiceros practicaban los ritos; al hechicero se le llamaba macchi. Como en otros pueblos meridionales.
Los
puelches
El grupo que habitó la zona comprendida entre el sur de la provincia de La Pampa, el extremo sur de la provincia de Buenos Aires y Río Negro fue llamado por los araucanos, puelches, que significa «pueblos del este». Se habla así, de puelche-guénaken, para designar al grupo de pobladores primitivos. El padre Faulkner conoció a estos indios mientras se hallaba en las misiones del sur de Buenos Aires, entre 1740 y 1750, y en 1830 Alcide D’Orbigny los encontró en Carmen de Patagones. Faulkner los subdividió en dos grupos. A uno lo llamó chechehet, hibridismo por het una voz pampa que significa «gente» y se extendía desde lo que es hoy Bahía Blanca, hasta la desembocadura del río Negro. Al otro grupo lo llamó levuche, voz mapuche que significa «gente de río». Había otros grupos nómadas que llegaban hasta las sierras de Tandil y de la Ventana, por lo cual se les llamó serranos. Los chechehet tenían como vecinos a los querandíes, en el norte, y en el sur a los guénaken. Desde el punto de vista racial y linguístico, los chechehet estaban más cerca de los guénaken que de los pampas primitivos. En la expedición exploradora que realizó Juan de Garay en 1582, después de la fundación de Buenos Aires, se encontró con estos indios cerca de Mar del Plata. Su piel presentaba un color moreno-oliva; eran corpulentos, anchos de espalda, con miembros vigorosos, rostro ancho y serio, boca saliente y labios gruesos. Tenían los ojos pequeños, horizontales, pelos largos y lacios, pómulos salientes, cráneos dolicocéfalos, rasgos todos del tipo racial patagánico. Su alimento principal se lo proporcionaban los guanacos y ñandúes; a los que a partir del siglo XVIII se sumaron los caballos.
Vida social
Las armas de los puelches eran el arco y la flecha, las bolas y el lazo. Llevaban las flechas en el carcaj. Eran muy diestros con la honda y cuando comenzaron a utilizar el caballo emplearon también la lanza larga. Su indumentaria consistía en un manto más o menos cuadrangular, compuesto de varias pieles cosidas con tendones, el quillango. Usaron primero las pieles de guanaco; luego las de felinos, zorros, etcétera, y después las de equinos. En la parte opuesta al pelo, los mantos ostentaban pinturas geométricas. Debajo del manto los hombres llevaban un cubresexo y las mujeres un pequeño delantal de piel. Ambos se pintaban el cuerpo con varios colores y se sujetaban el pelo con una vincha. Carecían de vivienda fija.
El grupo que habitó la zona comprendida entre el sur de la provincia de La Pampa, el extremo sur de la provincia de Buenos Aires y Río Negro fue llamado por los araucanos, puelches, que significa «pueblos del este». Se habla así, de puelche-guénaken, para designar al grupo de pobladores primitivos. El padre Faulkner conoció a estos indios mientras se hallaba en las misiones del sur de Buenos Aires, entre 1740 y 1750, y en 1830 Alcide D’Orbigny los encontró en Carmen de Patagones. Faulkner los subdividió en dos grupos. A uno lo llamó chechehet, hibridismo por het una voz pampa que significa «gente» y se extendía desde lo que es hoy Bahía Blanca, hasta la desembocadura del río Negro. Al otro grupo lo llamó levuche, voz mapuche que significa «gente de río». Había otros grupos nómadas que llegaban hasta las sierras de Tandil y de la Ventana, por lo cual se les llamó serranos. Los chechehet tenían como vecinos a los querandíes, en el norte, y en el sur a los guénaken. Desde el punto de vista racial y linguístico, los chechehet estaban más cerca de los guénaken que de los pampas primitivos. En la expedición exploradora que realizó Juan de Garay en 1582, después de la fundación de Buenos Aires, se encontró con estos indios cerca de Mar del Plata. Su piel presentaba un color moreno-oliva; eran corpulentos, anchos de espalda, con miembros vigorosos, rostro ancho y serio, boca saliente y labios gruesos. Tenían los ojos pequeños, horizontales, pelos largos y lacios, pómulos salientes, cráneos dolicocéfalos, rasgos todos del tipo racial patagánico. Su alimento principal se lo proporcionaban los guanacos y ñandúes; a los que a partir del siglo XVIII se sumaron los caballos.
Vida social
Las armas de los puelches eran el arco y la flecha, las bolas y el lazo. Llevaban las flechas en el carcaj. Eran muy diestros con la honda y cuando comenzaron a utilizar el caballo emplearon también la lanza larga. Su indumentaria consistía en un manto más o menos cuadrangular, compuesto de varias pieles cosidas con tendones, el quillango. Usaron primero las pieles de guanaco; luego las de felinos, zorros, etcétera, y después las de equinos. En la parte opuesta al pelo, los mantos ostentaban pinturas geométricas. Debajo del manto los hombres llevaban un cubresexo y las mujeres un pequeño delantal de piel. Ambos se pintaban el cuerpo con varios colores y se sujetaban el pelo con una vincha. Carecían de vivienda fija.
PUEBLOS DE LOS MONTES
En el territorio que ocupa la parte oriental y meridional del Chaco, en Formosa, norte de Santa Fe, nordeste de Santiago del Estero, y parte oriental de Salta, habitaron pueblos de origen patagónico. A estos grupos pertenecieron los abipones, los mbayaes, los payaguaes, los mocovies, los tobas y los pilagaes. Los mbayaes y payaguaes desaparecieron hace tiempo; los últimos eran canoeros y habitaban más al norte del actual territorio argentino. Los abipones, que dieron tanto quehacer a los colonizadores españoles, también se extinguieron, en sus antiguos dominios sólo se encuentran unos pocos mocovíes y un número algo mayor de tobas y pilagaes.
Abipones
Los abipones habrían tenido su hábitat en las riberas norteñas del Bermejo inferior; a comienzos del siglo XVIII, adoptaron el uso del caballo y se dedicaron a vivir de la depredación, atacando las estancias y ciudades de los españoles. En ese período los conoció Martín Dobrizhoffer, jesuita austríaco (1718-1791), que vivió entre ellos en 1750-1762 y en su obra De Abiponibus, publicada en 1784 en tres volúmenes, ofreció abundante información. Los abipones se subdividían en tres ramas: gente del campo, gente del bosque y gente del agua; es probable que estos últimos fuesen restos de los mepenes. Los abipones fueron así descritos por Dobrizhoffer: “Están fisicamente bien formados y tienen rostros agraciados, muy parecidos en esto a los europeos ( ... ). Son altos de talla, de suerte que podrían alistarse entre los mosqueteros austríacos. Tienen los ojos más bien pequeños y negros, pelo liso, la nariz en general aguileña”. Dobrizhoffer no encontró entre ellos deformaciones, jorobas, piernas torcidas o vientres enormes, labios peludos o pies deformes; tenían además una dentadura blanca que conservaban hasta su muerte.
En el territorio que ocupa la parte oriental y meridional del Chaco, en Formosa, norte de Santa Fe, nordeste de Santiago del Estero, y parte oriental de Salta, habitaron pueblos de origen patagónico. A estos grupos pertenecieron los abipones, los mbayaes, los payaguaes, los mocovies, los tobas y los pilagaes. Los mbayaes y payaguaes desaparecieron hace tiempo; los últimos eran canoeros y habitaban más al norte del actual territorio argentino. Los abipones, que dieron tanto quehacer a los colonizadores españoles, también se extinguieron, en sus antiguos dominios sólo se encuentran unos pocos mocovíes y un número algo mayor de tobas y pilagaes.
Abipones
Los abipones habrían tenido su hábitat en las riberas norteñas del Bermejo inferior; a comienzos del siglo XVIII, adoptaron el uso del caballo y se dedicaron a vivir de la depredación, atacando las estancias y ciudades de los españoles. En ese período los conoció Martín Dobrizhoffer, jesuita austríaco (1718-1791), que vivió entre ellos en 1750-1762 y en su obra De Abiponibus, publicada en 1784 en tres volúmenes, ofreció abundante información. Los abipones se subdividían en tres ramas: gente del campo, gente del bosque y gente del agua; es probable que estos últimos fuesen restos de los mepenes. Los abipones fueron así descritos por Dobrizhoffer: “Están fisicamente bien formados y tienen rostros agraciados, muy parecidos en esto a los europeos ( ... ). Son altos de talla, de suerte que podrían alistarse entre los mosqueteros austríacos. Tienen los ojos más bien pequeños y negros, pelo liso, la nariz en general aguileña”. Dobrizhoffer no encontró entre ellos deformaciones, jorobas, piernas torcidas o vientres enormes, labios peludos o pies deformes; tenían además una dentadura blanca que conservaban hasta su muerte.
Mocovies
Aliados de los abipones en sus depredaciones y pillajes fueron los mocovíes, que originariamente vivían en las fronteras del antiguo Tucumán y, cuando adoptaron el caballo para su mayor movilidad, contribuyeron activamente a la destrucción de Concepción del Bermejo, y participaron en otros ataques a las ciudades de Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba. Alejados de esos centros de población por la expedición de Esteban de Urízar y Arespacochaga, en 1770, se dedicaron entonces a hostilizar a Santa Fe y las estancias de su jurisdicción. Con los mocovíes convivió a mediados del siglo XVIII, el jesuita alemán Florián Paucke o Baucke (1719-1780), cuyo relato, traducido con el título de Hacía allá y hacia acá, refiere sus experiencias enriquecidas con apuntes plásticos sobre la vida y las costumbres de ese núcleo aborigen.
Tobas
Los tobas ocupaban originariamente el territorio de Formosa; después se replegaron a la parte oriental, pero extendiéndose simultáneamente hacia el norte y hacia el sur. Adoptaron el uso del caballo en el siglo XVII y fueron en lo sucesivo nómadas montados, siempre dispuestos a atacar las poblaciones españolas y saquear sus establecimientos ganaderos. Pero como su número era escaso y su importancia relativa, los daños ocasionados no fueron de tanta magnitud como los de otros grupos guaycurúes que operaban en zonas más pobladas. Actualmente los tobas viven en el Chaco paraguayo y se les llama pequeños tobas, los del Chaco argentino son los grandes tobas, denominaciones guaraníticas. Subdivisiones de los tobas habrían sido los cocolotes y los aguilotes, grupos ya desaparecidos, a los que se refieren algunos documentos.
Aliados de los abipones en sus depredaciones y pillajes fueron los mocovíes, que originariamente vivían en las fronteras del antiguo Tucumán y, cuando adoptaron el caballo para su mayor movilidad, contribuyeron activamente a la destrucción de Concepción del Bermejo, y participaron en otros ataques a las ciudades de Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba. Alejados de esos centros de población por la expedición de Esteban de Urízar y Arespacochaga, en 1770, se dedicaron entonces a hostilizar a Santa Fe y las estancias de su jurisdicción. Con los mocovíes convivió a mediados del siglo XVIII, el jesuita alemán Florián Paucke o Baucke (1719-1780), cuyo relato, traducido con el título de Hacía allá y hacia acá, refiere sus experiencias enriquecidas con apuntes plásticos sobre la vida y las costumbres de ese núcleo aborigen.
Tobas
Los tobas ocupaban originariamente el territorio de Formosa; después se replegaron a la parte oriental, pero extendiéndose simultáneamente hacia el norte y hacia el sur. Adoptaron el uso del caballo en el siglo XVII y fueron en lo sucesivo nómadas montados, siempre dispuestos a atacar las poblaciones españolas y saquear sus establecimientos ganaderos. Pero como su número era escaso y su importancia relativa, los daños ocasionados no fueron de tanta magnitud como los de otros grupos guaycurúes que operaban en zonas más pobladas. Actualmente los tobas viven en el Chaco paraguayo y se les llama pequeños tobas, los del Chaco argentino son los grandes tobas, denominaciones guaraníticas. Subdivisiones de los tobas habrían sido los cocolotes y los aguilotes, grupos ya desaparecidos, a los que se refieren algunos documentos.
PUEBLOS
DEL LITORAL
Habitaron lo que puede llamarse «zona de expansión guaraní», aunque no todos pertenecían a esta etnia ni usaban su lenguaje.
Las poblaciones del litoral primitivas fueron canoeros de origen mesolítico, procedentes de la Patagonia. Su migración tuvo lugar hacia el último milenio antes de Cristo. De esta etapa mesolítica hay rastros en el sector sur del Litoral, en los conchales del Delta, compuestos por valvas de moluscos bivalvos y restos antropológicos de bóveda craneana baja, leznas, puntas de arpón, etcétera. Por el río Paraná penetraban también lobos marinos, marsopas y delfines, que constituían un alimento bienvenido para esos grupos. A la primera migración patagónica se agregaron otras de cultura superior, que trajeron la cerámica. Los arawak o arahuacos corresponden a la cultura neolítica y es posible que recibieran influencias andinas; en el Litoral también se establecieron grupos guaranfes, en el Delta y en la desembocadura del Carcarañá, y desde allí irradiaron su influencia poco tiempo antes de la llegada de los españoles.
Las reducciones. En la segunda fundación de Buenos Aires, Juan de Garay dio en encomienda indios mbeguaes a vecinos de Buenos Ares. Se mencionan así veinte encomiendas de ese origen, que se agregaron a la población mestiza y acabaron por extinguirse. La parte de los mbeguaes que permaneció en las tierras anegadizas de Entre Ríos, subsistió, con el nombre de machados, hasta el siglo XVIII. La parcialidad del cacique Quendiopen, a quien los guaraníes apodaron Tubichamini, se mantuvo por algún tiempo en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, en una reducción que llevó su apodo como nombre. Otra reducción de indios mbeguaes, sobre el río Arrecifes, al norte de Buenos Aires, desapareció muy pronto.
En la repartición hecha por Garay en 1582 figuran también indios chanaes con doce caciques, y sus respectivos grupos; en 1673
todavía existían siete encomiendas de ese origen. Con los chanaes se formaron en 1616 las reducciones de Santiago de Baradero, pero en 1776 ya no existían. En 1624 se creó la de Santo Domingo Soriano, en la Banda Oriental con indios llevados de Baradero, a la cual se le agregaron grupos charrúas cuando fue trasladada.
De principios del siglo XVIII es la reducción de San Bartolomé de los Chanaes, en la desembocadura del Carcarañá; en 1621 contaba con 321 individuos, pero a mediados del siglo XVIII había desaparecido. Hernandarias fundó, en 1616, San Miguel de Calchines, pueblo que subsiste en el noroeste de la actual Santa Fe. En esa misma época se fundó San Lorenzo de los Mocoretas, pero en 1631 habían muerto o desaparecido todos sus componentes. Los mepenes se fusionaron con los guaycurúes y es posible que constituyeran una de sus fracciones.
Habitaron lo que puede llamarse «zona de expansión guaraní», aunque no todos pertenecían a esta etnia ni usaban su lenguaje.
Las poblaciones del litoral primitivas fueron canoeros de origen mesolítico, procedentes de la Patagonia. Su migración tuvo lugar hacia el último milenio antes de Cristo. De esta etapa mesolítica hay rastros en el sector sur del Litoral, en los conchales del Delta, compuestos por valvas de moluscos bivalvos y restos antropológicos de bóveda craneana baja, leznas, puntas de arpón, etcétera. Por el río Paraná penetraban también lobos marinos, marsopas y delfines, que constituían un alimento bienvenido para esos grupos. A la primera migración patagónica se agregaron otras de cultura superior, que trajeron la cerámica. Los arawak o arahuacos corresponden a la cultura neolítica y es posible que recibieran influencias andinas; en el Litoral también se establecieron grupos guaranfes, en el Delta y en la desembocadura del Carcarañá, y desde allí irradiaron su influencia poco tiempo antes de la llegada de los españoles.
Las reducciones. En la segunda fundación de Buenos Aires, Juan de Garay dio en encomienda indios mbeguaes a vecinos de Buenos Ares. Se mencionan así veinte encomiendas de ese origen, que se agregaron a la población mestiza y acabaron por extinguirse. La parte de los mbeguaes que permaneció en las tierras anegadizas de Entre Ríos, subsistió, con el nombre de machados, hasta el siglo XVIII. La parcialidad del cacique Quendiopen, a quien los guaraníes apodaron Tubichamini, se mantuvo por algún tiempo en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, en una reducción que llevó su apodo como nombre. Otra reducción de indios mbeguaes, sobre el río Arrecifes, al norte de Buenos Aires, desapareció muy pronto.
En la repartición hecha por Garay en 1582 figuran también indios chanaes con doce caciques, y sus respectivos grupos; en 1673
todavía existían siete encomiendas de ese origen. Con los chanaes se formaron en 1616 las reducciones de Santiago de Baradero, pero en 1776 ya no existían. En 1624 se creó la de Santo Domingo Soriano, en la Banda Oriental con indios llevados de Baradero, a la cual se le agregaron grupos charrúas cuando fue trasladada.
De principios del siglo XVIII es la reducción de San Bartolomé de los Chanaes, en la desembocadura del Carcarañá; en 1621 contaba con 321 individuos, pero a mediados del siglo XVIII había desaparecido. Hernandarias fundó, en 1616, San Miguel de Calchines, pueblo que subsiste en el noroeste de la actual Santa Fe. En esa misma época se fundó San Lorenzo de los Mocoretas, pero en 1631 habían muerto o desaparecido todos sus componentes. Los mepenes se fusionaron con los guaycurúes y es posible que constituyeran una de sus fracciones.
Los Guaranies
Los guaraníes, rama meridional de la familia tupí-guaraní, se extendían desde el Amazonas hasta el Río de la Plata. En el momento de la conquista habitaban parte de las islas del Paraná, el norte de Corrientes, el litoral de Misiones y parte de Salta. La región que dominaban no era muy extensa; sin embargo, tuvieron mucha importancia porque, al ser utilizados por los colonizadores y misioneros como guías e intérpretes ante los demás indios, difundieron sus costumbres entre los indígenas, como así también entre los españoles. La lengua guaraní es hablada, en la actualidad, en la Mesopotamia argentina y, sobre todo, en el Paraguay, por amplios sectores de población.
Un pueblo laborioso. Su característica nacional era el uso del tembetá, guijarro que ponían a los niños en el labio inferior al llegar a la pubertad.
Sus aldeas, levantadas a orillas de los ríos, estaban protegidas con empalizadas de troncos de palmera. Eran muy laboriosos: cazaban, pescaban, recolectaban y criaban animales domésticos; durante la noche, o en las horas más calurosas, descansaban tranquilos en sus hamacas, que colgaban de dos estacas salientes de sus viviendas.
El cultivo del suelo que habitaban no resultaba sencillo. Para poder sembrar tenían que cortar árboles y malezas; esto lo hacían quemando unos y otras, en época de sequía, y con la ceniza abonaban la tierra. Cultivaban mandioca, batata y maíz. Eran sedentarios, construían casas comunales, donde vivían familias emparentadas; hilaban el algodón y dominaban la alfarería. La labor de las mujeres consistía en sembrar zapallos, o maíz y, cuando era tiempo, también ellas levantaban la cosecha. La yerba mate, a la cual eran muy afectos, no había necesidad de sembrarla, pues crecía en abundancia en los bosques.
Como en casi todos los pueblos indígenas, las mujeres también trabajaban el barro con cierta habilidad, como lo prueban las piezas de cerámica guaraní que han llegado hasta nosotros. Un taparrabo de plumas, la tanga, era la única prenda que usaban las mujeres guaraníes; más tarde la reemplazaron por una camisa de algodón: el tipoy. Los hombres andaban desnudos y se adornaban con plumas los brazos, los tobillos y la cabeza; todos se pintaban la cara. Solamente los jefes tenían varias mujeres ya que, como en los otros grupos, era necesario poder mantenerlas. El tubichá era el cacique que gobernaba las parcialidades; su cargo era hereditario y muy respetado. Creían en un dios, Tubá, que maduraba los frutos y provocaba la lluvia, pero no le rendían culto. Practicaban la antropofagia, esto es la costumbre de comer seres humanos, no como alimento, sino con un sentido ritual, y sólo la llevaban a cabo con sus enemigos más valientes.
Los guaraníes, rama meridional de la familia tupí-guaraní, se extendían desde el Amazonas hasta el Río de la Plata. En el momento de la conquista habitaban parte de las islas del Paraná, el norte de Corrientes, el litoral de Misiones y parte de Salta. La región que dominaban no era muy extensa; sin embargo, tuvieron mucha importancia porque, al ser utilizados por los colonizadores y misioneros como guías e intérpretes ante los demás indios, difundieron sus costumbres entre los indígenas, como así también entre los españoles. La lengua guaraní es hablada, en la actualidad, en la Mesopotamia argentina y, sobre todo, en el Paraguay, por amplios sectores de población.
Un pueblo laborioso. Su característica nacional era el uso del tembetá, guijarro que ponían a los niños en el labio inferior al llegar a la pubertad.
Sus aldeas, levantadas a orillas de los ríos, estaban protegidas con empalizadas de troncos de palmera. Eran muy laboriosos: cazaban, pescaban, recolectaban y criaban animales domésticos; durante la noche, o en las horas más calurosas, descansaban tranquilos en sus hamacas, que colgaban de dos estacas salientes de sus viviendas.
El cultivo del suelo que habitaban no resultaba sencillo. Para poder sembrar tenían que cortar árboles y malezas; esto lo hacían quemando unos y otras, en época de sequía, y con la ceniza abonaban la tierra. Cultivaban mandioca, batata y maíz. Eran sedentarios, construían casas comunales, donde vivían familias emparentadas; hilaban el algodón y dominaban la alfarería. La labor de las mujeres consistía en sembrar zapallos, o maíz y, cuando era tiempo, también ellas levantaban la cosecha. La yerba mate, a la cual eran muy afectos, no había necesidad de sembrarla, pues crecía en abundancia en los bosques.
Como en casi todos los pueblos indígenas, las mujeres también trabajaban el barro con cierta habilidad, como lo prueban las piezas de cerámica guaraní que han llegado hasta nosotros. Un taparrabo de plumas, la tanga, era la única prenda que usaban las mujeres guaraníes; más tarde la reemplazaron por una camisa de algodón: el tipoy. Los hombres andaban desnudos y se adornaban con plumas los brazos, los tobillos y la cabeza; todos se pintaban la cara. Solamente los jefes tenían varias mujeres ya que, como en los otros grupos, era necesario poder mantenerlas. El tubichá era el cacique que gobernaba las parcialidades; su cargo era hereditario y muy respetado. Creían en un dios, Tubá, que maduraba los frutos y provocaba la lluvia, pero no le rendían culto. Practicaban la antropofagia, esto es la costumbre de comer seres humanos, no como alimento, sino con un sentido ritual, y sólo la llevaban a cabo con sus enemigos más valientes.
INDIOS
DE LA ZONA ANDINA
Los pehuenches y los puelches de Cuyo
En la zona de Neuquén y el sur mendocino vivían aborígenes que se diferenciaban de los araucanos que invadieron la región a mediados del siglo XVII. Eran los pehuenches antiguos y los puelches algarroberos y puelches de Cuyo. Pehuenche es una voz araucana que significa «gente de los pinares». Estos montañeses pehuenches eran cazadores de guanacos y recolectores de semillas y frutas silvestres, de algarroba, molle, piñones de araucaria. Con éstos hacían una especie de pan y una bebida parecida a la chicha; los piñones reunidos en una época del año se conservaban en silos subterráneos para el consumo en todo tiempo. Cuando llegó el caballo, se aficionaron a su carne. Para los puelches, el alimento principal era la algarroba; por eso se les llamó algarroberos. La fruta del molle era recolectada y consumida tanto por pehuenches, como por puelches.
Las pinturas rupestres en la Patagonia han sido frecuentemente estudiadas. Menghin se refirió a culturas protopehuelches del 2000 al 3000 a.C., y a otras de hasta once mil años de antigüedad. Por su parte, Asbojorn Pedersen estudió en varias ocasiones las pinturas rupestres de la región del Parque Nacional Nahuel Huapi y sus posibles proyecciones prehistóricas; halló llamas montadas y con carga, indicio de vinculación con el Altiplano. Pero lo más notable y sugestivo fue el hallazgo de jinetes a caballo; éste habría podido ser el caballo americano fósil (Equus rectidens), conclusión a que se refirió también Birci en 1938. En excavaciones patagónicas se hallaron huesos del caballo americano fósil y objetos de piedra correspondientes a la industria humana primitiva. Las armas de los pehuenches eran el arco y la flecha, las boleadoras de dos bolas y, al comenzar la araucanización, usaron también la lanza de varios metros de largo; las flechas llevaban una punta triangular, sin pedúnculo. Trabajaban el cuero para confeccionar prendas de vestir y cubiertas para los toldos y recipientes; usaban unos odres de piel de guanaco para el transporte de agua. Los que vivían cerca de los lagos habrían fabricado balsas, probablemente de juncos o de totora. Los trabajos de plumas eran una de las ocupaciones principales de los hombres, pero en lo que más se distinguieron los pehuenches fue en el arte de la cestería, que aprendieron de los huarpes, sus vecinos.
Los pehuenches y los puelches de Cuyo
En la zona de Neuquén y el sur mendocino vivían aborígenes que se diferenciaban de los araucanos que invadieron la región a mediados del siglo XVII. Eran los pehuenches antiguos y los puelches algarroberos y puelches de Cuyo. Pehuenche es una voz araucana que significa «gente de los pinares». Estos montañeses pehuenches eran cazadores de guanacos y recolectores de semillas y frutas silvestres, de algarroba, molle, piñones de araucaria. Con éstos hacían una especie de pan y una bebida parecida a la chicha; los piñones reunidos en una época del año se conservaban en silos subterráneos para el consumo en todo tiempo. Cuando llegó el caballo, se aficionaron a su carne. Para los puelches, el alimento principal era la algarroba; por eso se les llamó algarroberos. La fruta del molle era recolectada y consumida tanto por pehuenches, como por puelches.
Las pinturas rupestres en la Patagonia han sido frecuentemente estudiadas. Menghin se refirió a culturas protopehuelches del 2000 al 3000 a.C., y a otras de hasta once mil años de antigüedad. Por su parte, Asbojorn Pedersen estudió en varias ocasiones las pinturas rupestres de la región del Parque Nacional Nahuel Huapi y sus posibles proyecciones prehistóricas; halló llamas montadas y con carga, indicio de vinculación con el Altiplano. Pero lo más notable y sugestivo fue el hallazgo de jinetes a caballo; éste habría podido ser el caballo americano fósil (Equus rectidens), conclusión a que se refirió también Birci en 1938. En excavaciones patagónicas se hallaron huesos del caballo americano fósil y objetos de piedra correspondientes a la industria humana primitiva. Las armas de los pehuenches eran el arco y la flecha, las boleadoras de dos bolas y, al comenzar la araucanización, usaron también la lanza de varios metros de largo; las flechas llevaban una punta triangular, sin pedúnculo. Trabajaban el cuero para confeccionar prendas de vestir y cubiertas para los toldos y recipientes; usaban unos odres de piel de guanaco para el transporte de agua. Los que vivían cerca de los lagos habrían fabricado balsas, probablemente de juncos o de totora. Los trabajos de plumas eran una de las ocupaciones principales de los hombres, pero en lo que más se distinguieron los pehuenches fue en el arte de la cestería, que aprendieron de los huarpes, sus vecinos.
Diaguitas
y calchaquíes
La geografía del noroeste influyó para diferenciar a los pueblos indígenas que allí habitaban del resto de los grupos que habitaban el territorio argentino. las cadenas montañosas, con altos picos y valles que dificultaban las comunicaciones, contribuyeron a la formación de culturas muy distintas de la de las llanuras. Entre las numerosas tribus de la zona sobresalían los diaguitas y los calchaquíes, que habitaban en los valles de Salta, Catamarca y La Rioja. Conocían las técnicas agrícolas y cultivaban el maíz en terrazas o andenes de la montaña. Se proveían de lana de llama, guanaco y vicuña, realizando tejidos de variados dibujos. Fabricaban vasijas, jarros y platos, pues eran excelentes ceramistas y decoraban hábilmente estos objetos. Trabajaban el oro, la plata y el cobre. Los incas extendieron sus dominios por estas regiones a mediados del siglo XV, es decir, cien años antes de la llegada de los españoles. Dominaron a los diaguitas y los valles calchaquies e incorporaron la región al Tahuantinsuyo.
Esta influencia incaica se extendió hasta la zona de Cuyo, donde los huarpes adoptaron las técnicas agrícolas y los sistemas de riego incaicos.
Los diaguitas y los calchaquíes o cacanas, que habitaron el noroeste argentino, fueron, sin duda, los de cultura más elevada en el país. Defendieron tenazmente su identidad frente a los conquistadores españoles, quienes sólo pudieron someterlos mediante la guerra o el traslado en masa de sus poblaciones. Esta capacidad para enfrentarse al español, así como las numerosas fortificaciones halladas en la región, los revelan como pueblos muy bien preparados para la guerra. Siempre combatieron a pie, ya que los diaguitas, como los restantes grupos andinos, no incorporaron el caballo; la llama fue su permanente medio de transporte. El maíz era su alimento preferido, aunque también cultivaban zapallos, porotos y quinua. Sembrar en una región de suelo montañoso, a menudo árido y casi sin lluvias, no es tarea fácil, y en verdad no lo fue para los indígenas andinos. Sin embargo, lo consiguieron con su tenacidad e ingenio: es justamente su habilidad para desarrollarse como agricultores uno de los elementos que nos permite comprobar el grado de adelanto que habían alcanzado. No tenían tierra llana; hicieron entonces andenes en las laderas de las montañas, y, como casi no llovía, construyeron canales y acequias para el riego, tan eficaces que aún hoy se utilizan. Los calchaquíes, como todos los indios de América, no conocieron el arado; por ello sembraban haciendo pequeños hoyos. Casas cuadradas, de piedra, sin puerta y con techos de paja o sin él, fueron las viviendas típicas de los pueblos andinos.
La geografía del noroeste influyó para diferenciar a los pueblos indígenas que allí habitaban del resto de los grupos que habitaban el territorio argentino. las cadenas montañosas, con altos picos y valles que dificultaban las comunicaciones, contribuyeron a la formación de culturas muy distintas de la de las llanuras. Entre las numerosas tribus de la zona sobresalían los diaguitas y los calchaquíes, que habitaban en los valles de Salta, Catamarca y La Rioja. Conocían las técnicas agrícolas y cultivaban el maíz en terrazas o andenes de la montaña. Se proveían de lana de llama, guanaco y vicuña, realizando tejidos de variados dibujos. Fabricaban vasijas, jarros y platos, pues eran excelentes ceramistas y decoraban hábilmente estos objetos. Trabajaban el oro, la plata y el cobre. Los incas extendieron sus dominios por estas regiones a mediados del siglo XV, es decir, cien años antes de la llegada de los españoles. Dominaron a los diaguitas y los valles calchaquies e incorporaron la región al Tahuantinsuyo.
Esta influencia incaica se extendió hasta la zona de Cuyo, donde los huarpes adoptaron las técnicas agrícolas y los sistemas de riego incaicos.
Los diaguitas y los calchaquíes o cacanas, que habitaron el noroeste argentino, fueron, sin duda, los de cultura más elevada en el país. Defendieron tenazmente su identidad frente a los conquistadores españoles, quienes sólo pudieron someterlos mediante la guerra o el traslado en masa de sus poblaciones. Esta capacidad para enfrentarse al español, así como las numerosas fortificaciones halladas en la región, los revelan como pueblos muy bien preparados para la guerra. Siempre combatieron a pie, ya que los diaguitas, como los restantes grupos andinos, no incorporaron el caballo; la llama fue su permanente medio de transporte. El maíz era su alimento preferido, aunque también cultivaban zapallos, porotos y quinua. Sembrar en una región de suelo montañoso, a menudo árido y casi sin lluvias, no es tarea fácil, y en verdad no lo fue para los indígenas andinos. Sin embargo, lo consiguieron con su tenacidad e ingenio: es justamente su habilidad para desarrollarse como agricultores uno de los elementos que nos permite comprobar el grado de adelanto que habían alcanzado. No tenían tierra llana; hicieron entonces andenes en las laderas de las montañas, y, como casi no llovía, construyeron canales y acequias para el riego, tan eficaces que aún hoy se utilizan. Los calchaquíes, como todos los indios de América, no conocieron el arado; por ello sembraban haciendo pequeños hoyos. Casas cuadradas, de piedra, sin puerta y con techos de paja o sin él, fueron las viviendas típicas de los pueblos andinos.
Los omaguacas
También los omaguacas disputaron sin cuartel el dominio de su tierra a los españoles. Éstos, sin embargo, se esforzaron mucho en conseguirla porque la zona de mayor concentración de estos indios, la Quebrada de Humahuaca, constituía el camino obligado hacia el rico imperio incaico, ya bajo el poder de España. Como sus vecinos, los omaguacas hicieron de las laderas de los cerros sus campos de cultivo allí sembraban la papa y el maíz, y los regaban también por medio de canales.
La carne de guanaco y avestruz completaba su comida. Eran sedentarios, conocedores de la cerámica, de rudimentos de la metalurgia y de las artesanías del tejido y la cestería.
Esta zona del noroeste argentino fue conquistada entre los años 1460 y 1493 por el soberano Túpac Yupanqui. Este inca guerrero anexó a su imperio todo el altiplano boliviano y luego Chile, hasta el Bío-Bío. De paso para esa campaña sometió al noroeste casi sin esfuerzos ni contratiempos especiales, hasta el sur de Mendoza. La influencia que dejaron los incas en esas zonas está documentada en un auto que expidió el obispo de Santiago de Chile, fray Diego de Humanzoro, al visitar Mendoza, en 1666. En el mismo el obispo anatematiza a los indios cuyanos, los huarpes, por ciertas ceremonias y ritos que practicaban, y especialmente por la ejecución de “sus danzas y otros taquies prohibidos”. La palabra taquies significa, en lengua incaica, “cantos bailados” y los huarpes los asimilaron durante los años de dominio incaico, entre 1460 y 1520. De estos taquíes derivaron el takirare, el yaraví, el triste y la tonada cuyana. Los indios que practicaban esas danzas y cantos prohibidos por los frailes, eran azotados por los conquistadores, quienes les cortaban el cabello y los exponían en la picota.
También los omaguacas disputaron sin cuartel el dominio de su tierra a los españoles. Éstos, sin embargo, se esforzaron mucho en conseguirla porque la zona de mayor concentración de estos indios, la Quebrada de Humahuaca, constituía el camino obligado hacia el rico imperio incaico, ya bajo el poder de España. Como sus vecinos, los omaguacas hicieron de las laderas de los cerros sus campos de cultivo allí sembraban la papa y el maíz, y los regaban también por medio de canales.
La carne de guanaco y avestruz completaba su comida. Eran sedentarios, conocedores de la cerámica, de rudimentos de la metalurgia y de las artesanías del tejido y la cestería.
Esta zona del noroeste argentino fue conquistada entre los años 1460 y 1493 por el soberano Túpac Yupanqui. Este inca guerrero anexó a su imperio todo el altiplano boliviano y luego Chile, hasta el Bío-Bío. De paso para esa campaña sometió al noroeste casi sin esfuerzos ni contratiempos especiales, hasta el sur de Mendoza. La influencia que dejaron los incas en esas zonas está documentada en un auto que expidió el obispo de Santiago de Chile, fray Diego de Humanzoro, al visitar Mendoza, en 1666. En el mismo el obispo anatematiza a los indios cuyanos, los huarpes, por ciertas ceremonias y ritos que practicaban, y especialmente por la ejecución de “sus danzas y otros taquies prohibidos”. La palabra taquies significa, en lengua incaica, “cantos bailados” y los huarpes los asimilaron durante los años de dominio incaico, entre 1460 y 1520. De estos taquíes derivaron el takirare, el yaraví, el triste y la tonada cuyana. Los indios que practicaban esas danzas y cantos prohibidos por los frailes, eran azotados por los conquistadores, quienes les cortaban el cabello y los exponían en la picota.
¿CUÁNTOS SON NUESTROS
"ABORÌGENES"?.
Pobres entre los pobres, marginados entre los marginados, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), calcula que suman alrededor de 858.500, en tanto el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen indica que habría más de 500.000, aunque se debe aclarar que esta cifra corresponde a un censo de 1965, y dado a conocer en 1968.
Este no es un dato menor: El hecho de que el último relevamiento en el nivel nacional se realizó hace treinta
y cinco años habla del próximo, cuando finalice el censo poblacional, para determinar, fehacientemente, a cuánto asciende la Comunidad Indígena en el país.
Pobres entre los pobres, marginados entre los marginados, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), calcula que suman alrededor de 858.500, en tanto el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen indica que habría más de 500.000, aunque se debe aclarar que esta cifra corresponde a un censo de 1965, y dado a conocer en 1968.
Este no es un dato menor: El hecho de que el último relevamiento en el nivel nacional se realizó hace treinta
y cinco años habla del próximo, cuando finalice el censo poblacional, para determinar, fehacientemente, a cuánto asciende la Comunidad Indígena en el país.
Hoy
quedan 18 pueblos reconocidos:
1*.- Los Mapuches: en Neuquèn,Rìo Negro,Chubut y en algunos lugares de la Provincia de Buenos Aires.
2*.- Los Collas: en Jujuy.
3*.- Los descendientes de Onas: en Tierra del Fuego.
4*.- Los Tehuelches: en el sur de Chubut.
5*.- Los Huarpes: en el norte de Mendoza y sur de San Juan.
6*.- Los Diaguitas-Calchaquìes: en el sur de Salta, noroeste de Catamarca y en Tucumàn.
7*.- Los Chiriguanos: en el sur de Salta.
8*.- Los Ava -Guaranìes: en el norte de Salta.
9*.- Los Wichìs: en el norte de Salta, Formosa y Chaco.
10*.- Los Chorotes: en el norte de Salta.
11*.- Los Chanè: en el norte de Salta.
12*.- Los Tapietìs: en el nordeste de Salta.
13*.- Los Chulupies: en el norte de Salta.
14*.- Los Pilagàs: en Formosa.
15*.- Los Mocovìes: en el norte de Santa Fè, Chaco y norte de Salta y Provincia de Buenos Aires.
16*.- Los Tobas: en el norter de Santa Fè, Chaco y norte de Salta y Provincia de Buenos Aires.
17*.- Los Mbyà-Guaranìes: en Misiones.
18*.- Los Ranqueles: en La Pampa y sudeste de Buenos Aires.
1*.- Los Mapuches: en Neuquèn,Rìo Negro,Chubut y en algunos lugares de la Provincia de Buenos Aires.
2*.- Los Collas: en Jujuy.
3*.- Los descendientes de Onas: en Tierra del Fuego.
4*.- Los Tehuelches: en el sur de Chubut.
5*.- Los Huarpes: en el norte de Mendoza y sur de San Juan.
6*.- Los Diaguitas-Calchaquìes: en el sur de Salta, noroeste de Catamarca y en Tucumàn.
7*.- Los Chiriguanos: en el sur de Salta.
8*.- Los Ava -Guaranìes: en el norte de Salta.
9*.- Los Wichìs: en el norte de Salta, Formosa y Chaco.
10*.- Los Chorotes: en el norte de Salta.
11*.- Los Chanè: en el norte de Salta.
12*.- Los Tapietìs: en el nordeste de Salta.
13*.- Los Chulupies: en el norte de Salta.
14*.- Los Pilagàs: en Formosa.
15*.- Los Mocovìes: en el norte de Santa Fè, Chaco y norte de Salta y Provincia de Buenos Aires.
16*.- Los Tobas: en el norter de Santa Fè, Chaco y norte de Salta y Provincia de Buenos Aires.
17*.- Los Mbyà-Guaranìes: en Misiones.
18*.- Los Ranqueles: en La Pampa y sudeste de Buenos Aires.
"LO
QUE NO SE CONOCE NO
SE AMA; LO
QUE NO SE AMA NO SE PROTEGE;
Y LO QUE NO SE PROTEGE,
NO SE: "RESCATA".
¿Sabemos
a cuánto asciende la población aborigen del país y cuántas comunidades lo
habitan?
¿Conocemos sus orígenes?
¿Valoramos
su aporte cultural?
¿Aceptamos su actuación en nuestro desarrollo histórico?
¿Tenemos una idea real sobre su actual situación, más allá de la certeza de que son "discriminados?
¿Los ayudó la modificación de la Constitución Nacional, en 1994?
¿Reconocemos sus luchas y sus demandas?
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